jueves, 24 de febrero de 2011

Martín, vuelve con nosotros III

Todo mi personaje se ha desmontado. Caída libre. Mi vida no mola absolutamente nada. Me arrepiento de todas las paridas y el teatro, las cagadas, los hijos que nunca he tenido, la locura, el silencio.

Lo veo en sus ojos. El amor por mis horrores y mis carencias.Erguido en el centro de la habitación hay un demonio de piel negra y viscosa. Me giro hacia el señor Antonio que no parece sentir absolutamente nada.
- Bueno. Aquí está. Espero que puedas aclararlo todo. Oigo ladridos en el pasillo.
-!Tinto!, grita autoritario el hombre sin alma. Y sale cerrando la puerta. Oigo la llave girar. Mi estómago se cierra con tanta fuerza que tengo ganas de vomitar, de caer de rodillas, de abrazarme.
- !Por favor! Nunca antes había suplicado. Estaba a salvo. Sin saberlo siempre había estado a salvo.
Sus ojos giran lentamente hasta posarse sobre los míos mientras su cuerpo permanece inmóvil. Que no lo diga. Por favor. Que no lo diga.
- No eres el hombre que quieres ser. Su voz es la misma convicción. Hijo de puta. Cabrón inhumano. Odio este juego,pero lo he jugado tantas veces que una más no puede hacerme daño. Es solo un broker del mal. Un comercial de la miseria. Poca cosa.
- Estoy en el camino, bestia asquerosa. En el camino.

Vuelve a fijar la mirada al frente. El primer asalto ha concluido. El olor a vino y azufre es insportable. Saco mi pastilla de almizcle y recuerdo,cosmonauta inspirado. De lo general iremos a lo concreto, lo sé. Segundo asalto.

lunes, 14 de febrero de 2011

No es para tanto, Martín.

- Pareces una mierda con una sonrisa grabada, Martín. Entrada al bar de un amigo caradura treinta minutos tarde. Un clásico.

Así es. Así son las mañanas sin haber dormido, una prueba a todas tus creencias. De momento gano en la aceptación de mis cagadas. Desastre total. Seguir remando.
- No me maltrates, cabrón.
En realidad disfruto: el café, la honestidad de los amigos. No esa confianza ciega en tus chorradas que dan el aislamiento o la pareja confiada. Vulnerable pero fuerte. Un cabrón al filo. !Sí! Pero con el corazón y la cara de un desplazado. Esa batalla de no creerse bueno para serlo. Algún día.
- En serio. Es genial que vengas a despedirme, pero voy tener que recordarte como un muñeco de cera todos estos meses. Es algo horrible, dice sentándose.
- Tú si que eres una persona horrible y desagradable, que te apuntas a una ONG para follar más. Ni a tu madre ni a mí nos has engañado. Pone una sonrisa encantadora y pasa a otra cosa. Irritándome. Las impresiones de la noche anterior se abren paso a toda prisa por mis intestinos, mi polla, las venas de mis manos. Sexo y algo más. El reencuentro con la intimidad me asusta tanto como me tranquiliza. No sé encajarlo. Me devuelve la esperanza en la empatía, pero una vez conseguida tengo un miedo terrible a confundir la confianza con la falta de respeto.Es como hacer una jam session para un dictador exigente.
- Salgo en dos horas.
- Has traicionado al barrio. El barrio no olvida, pero te desea un buen viaje.
- A la mierda el barrio. Y tu cara flácida.
Nos abrazamos a lo machote y saco la caja envuelta de condones talla extra pequeño. Se aleja agitándola con el brazo en alto.
De vuelta a mi café. Debatiéndome sobre la entrega. Una mañana cualquiera. Con amigos que se van. Rodeado de gente con la misma existencia equilibrista que yo. Este zoo increíble. Buf. No queda más remedio que jugar.



jueves, 10 de febrero de 2011

Martín, vuelve con nosotros. II

El vino es Dios en está casa. El olor pegajoso está por todas partes, así como las referencias a la cultura que lo rodea en la decoración, los cuadros... Hasta el maldito perro se llama Tinto. Claramente el señor Antonio es el artífice de semejante decisiones estéticas obsesivas. Estar en su órbita pone al resto de la familia físicamente enfermos. El maldito control. El asesino de la alegría y la diferencia. Siento escalofríos solo de pensar en todo lo que le ha hecho a mi vida.
Daniel me mira nervioso mientras finjo observar la habitación solo para dilatar grotescamente el tiempo de respuesta a la pregunta del gran cacique.
- No sé, no sé... respondo reflexionando teatralmente. Este tipo de cosas suele hacerlas alguien conocido. Incluso de dentro de la casa.
Estudio las caras. Solo genuino terror. Un poco más intenso en Fina, la mujer del gran hombre, pero parece algo totalmente natural: ella se preocupa no solo por sí misma, sino también por sus ocho hijos. Me siento culpable, pero cuando todos están nerviosos es mucho más fácil que hagan algo mal y la verdad aparezca.
- Sospechamos de los trabajadores. Los nuevos trabajadores no son como sus padres, no están tan implicados con la bodega, tienen menos respeto. No sé si me explico, dice brindándome el significado de sus palabras con un gesto de la mano.
- Ven otras cosas en su futuro.
- Es otra generación.
- Se imaginan en otros lugares además de aquí, sentencio volviendo al café.
El aire es eléctrico. Para ser un habitante del mundo juguetón y sin ambición he elegido muy bien mi trabajo. Arriesgo mucho para obtener una satisfacciones totalmente minimalistas.
- Creo que ha llegado el momento de que veamos el problema en cuestión, dice el señor Antonio incorporándose y lanzando la servilleta a la mesa.
Acabo mi café con ritual mientras él sigue ahí de pie, observándome.
- !Vamos allá! , digo mirando a los comensales y dando un palmada.
Adoro mi trabajo de payaso.

martes, 8 de febrero de 2011

Martín, vuelve con nosotros. I

Cinco inviernos. Joder. Mi abuelo ha muerto y ya no quedan hombres con la mirada limpia. Mucho menos yo. Maté el amor, otra vez. He gastado y gastado, con la fantasía en la mente de que todo iría a mejor. Bien gastado, eso me lo concedo. Joder. No queda un solo hombre con la mirada limpia en toda la tierra. Bancarrota total. Un mundo árido.

Estiro cuando llegamos al final del inmenso viñedo y alucino con el empeño titánico de cientos de personas en crear algo que yo jamás podré apreciar completamente. Me recuerda a todo menos un par de cosas.

- Aquí es donde lo encontramos, Martín. Daniel es un hombre tranquilo. No espera que el mundo cambie jamás. Este es su mundo , ha sido el mundo de su familia durante siglos y seguramente seguirá siéndolo a menos que sus vecinos se levanten armados con botellas rotas y palos bien gordos, o lo que quiera que arme al próximo ejército revolucionario. Su pelo rizado está acostumbrado a ser tratado con delicadeza. Mi calva rapada resulta especialmente grotesca en su presencia.

- No hay marcas de neumáticos, ni huellas. Es como si hubiese nacido de la tierra. O como si hubiese caído del cielo, susurro mirando al sol.
- Dejando a un lado la poesía, Martín, queremos saber quién nos ha gastado esta broma pesada.
- Quien paga manda, Daniel. Por lo menos mientras yo lo considere oportuno, pienso mientras desandamos el camino a la masía.

La comida es sublime. La compañía...