viernes, 10 de febrero de 2012

El año.

El peso de nuestros cuerpos hace hablar a la nieve. Un crujido esponjoso bastante cómico que se solapa con nuestra conversación. Marta y yo claro. Uña y carne. Culo y mierda, si te gusta el lenguaje soez para rebajar el pastel. Un año entero. Para muchos el año en que Occidente se vino abajo. Si nadie sufriese a mi me parecería perfecto. La verdad es que todo era bastante ridículo, si lo piensas. La metáfora perfecto del progreso es un microondas de Hello Kitty con webcam para que todo el mundo vea como recalientas comida preparada a toda leche en el rato de vida que te deja tu empresa. A tomar por culo. Ha sido nuestro año de amor. Del barrio a Eslovenia. Puliendo pasta como zumbados. Cocinando entre abrazos, haciéndolo mucho y bien. Otro orujo. Leyendo con cuatro ojos un libro. Dándonos celos. Creciendo poco a poco para no ser tan desastres. Separados solamente por alguna actividad autista. Mi amiga. Mi amada. Mi familia.
Nos hemos cuidado. Y hemos sido uno como nunca habíamos sido. Es raro, sobre todo para dos escépticos.

Volvemos a casa con la cara roja por el frío. La semana que viene volvemos al barrio y aunque el panorama no es esperanzador, nos preocupamos un poco por la parte que nos toca. Hacer un poco más felices a los nuestros. Arrimar el hombro sin dejarnos llevar por las miserias. Quién diría que hace un año la punki del sombrero rojo que canta verdades y el calvo que amanece en el bar de Chan se volvieron juntos a casa sin ninguna intención.





1 comentario:

lastbutonerunner dijo...

Grans veritats que arriben al cor il.luminantlo i fent brotar coses meravelloses